La recaudación de nuestro Rastrillo Solidario se destinó a esta causa

Verónica tenía sólo 2 años cuando el seísmo, además de arrebatarle a su madre y a su hermana, le hizo perder una pierna. Gracias a una prótesis y a la rehabilitación recibida en centro Kay St. Germaine (Puerto Príncipe) la pequeña ya puede caminar, pero debe acudir regularmente al centro a recibir fisioterapia para fortalecer sus músculos. No es la única, se estima que más de 10.000 haitianos han padecido amputaciones a raíz del terremoto de Haití y, por eso, desde Dar queremos apoyar el programa de rehabilitación de este centro. Allí fabrican prótesis a medida, los niños acuden a fisioterapia y, lo que es más importante, reciben el cariño que tanto necesitan.

28 de marzo de 2011.- Seguro que ya conoces la causa que hoy iniciamos: conseguir financiación para el programa de rehabilitación del centro para discapacitados Kay St. Germaine en Puerto Príncipe. Fue la causa a la que destinamos la recaudación de nuestro Rastrillo Solidario pero, ante las peticiones de muchos de vosotros, que no pudisteis venir, hemos querido que también tengáis la oportunidad de apoyar esta causa, esta vez desde nuestra web. En este centro siguen necesitando ayuda y cuanto más podamos dar, más niños podrán recuperarse en Haití. 

Como en todas nuestras causas, hemos abierto un nuevo termómetro que se irá llenando con vuestras donaciones. Nosotros os contaremos cómo evoluciona esta causa, os presentaremos a sus protagonistas y conoceréis el centro Kay St. Germaine.

Hoy, a modo de introducción, os contamos la historia completa de Verónica, quien gracias a una prótesis y a la rehabilitación recibida, ha podido volver a caminar tras haber perdido una pierna en el terremoto. Sólo tiene 3 años, pero sus ganas de seguir adelante han podido con todos los obstáculos.

Verónica Desir tenía dos años de edad cuando el terremoto golpeó Haití. Su hermana de 12 años sintió el temblor y corrió a proteger a su hermanita. El terremoto se detuvo y la respiración de su hermana mayor llegó a su fin. Verónica había quedado atrapada debajo del cuerpo de su hermana, pero seguía viva. Su padre se apresuró a llevarla al Hospital Médicos Sin Fronteras. Los exámenes mostraron que la pierna de la niña tenía que ser amputada inmediatamente.

"Me sentía muy solo," recuerda el padre de Verónica. "Mi esposa había muerto en el terremoto. Ella y mi hija se habían ido y tener que mirar que cortaban la pierna de mi otra hija, era insoportable. Imploré misericordia, imploré que se me diera fortaleza."

Verónica fue transferida del Hospital de Médicos Sin Fronteras al Hospital Pediátrico St. Damien de NPFS y fue ahí en dónde conoció a la Directora del centro Kay St. Germaine, Gena Heragty y a la fisioterapeuta, Norma López. "Verónica expresaba enormes cantidades de dolor físico y emocional y rechazaba cualquier tipo de contacto físico. Comenzamos lentamente, con movimientos mínimos y poco a poco comenzó a mejorar." Norma continúa: "El padre de Verónica es un padre maravilloso. Estaba todo el tiempo con su hija y siempre la alentaba a la recuperación. Le demostraba a su hija tranquilidad, amor y comprensión, a pesar de haber perdido a su esposa, hija, casa y trabajo. Todo por lo que había trabajado y amado estaba bajo los escombros. Sólo le quedaba su hija a quien cuidar y mostrar toda su entrega. Fue gracias a su hija, quién continúa iluminándolo con su alegría y ternura, que su vida tiene hoy un gran significado."

Verónica tenía una condición estable y se le dio de alta del Hospital St. Damien con su muñón sanando correctamente y sin complicaciones. Su pierna derecha estaba muy débil y no podía apoyarla sin la ayuda de las muletas. Se le dio un aparato ortopédico y después de algunos meses se le colocó una prótesis. Finalmente, en octubre, Verónica podía dar sus primeros pasos por sí sola.

Hoy camina completamente sola, aunque debe acudir regularmente al centro Kay St. Germaine a recibir fisioterapia para fortalecer los músculos.

Este país no ha cambiado mucho, pero la metamorfosis de esta niña de tres años y la fortaleza y entereza del hombre que la ama, nos dan esperanzas y prometen que vendrán tiempos mejores.

Ivy Kuperberg

Oficial de comunicación de Nuestros Pequeños Hermanos